Básicamente porque le ahorrará muchísimo dinero. Un diseño en papel en teoría puede ser excelente, pero requiere de ser probado en la práctica. En teoría sería suficiente con utilizar una regla y una brújula para realizar un gráfico que represente la forma de un puerto y recortar en papel la figura de los barcos, un navío de 323 metros de longitud “entra” en un sitio de 360 metros, tal como se hacía no hace muchos años atrás. Pero esta solución, que es matemáticamente correcta no es válida actualmente en el caso de la actividad náutica. Hay una combinación de factores, como son: el viento, la corriente, la distribución de la carga en el buque, junto con el viento; los remolcadores, que deben maniobrar en aguas restringidas debido a los muelles y/o porque tienen que trabajar en aguas poco profundas y por último está presente el factor humano. Todos estos temas y otros más hacen que los barcos reaccionen de manera distinta en diferentes circunstancias.
Sus dos principales herramientas son: hardware y software. El hardware debe simular las características del puente de un barco lo más cerca posible a la realidad, con sus equipos, instrumentos y pantallas. Pero esto no es suficiente; el elemento más importante y menos tangible es el software, que es la forma en que un simulador representará los comportamientos de los buques en un escenario predeterminado.
A primera vista, todos los simuladores pueden parecer lo mismo, pero realmente no lo son. No todos son capaces de hacer lo que es necesario para llevar a cabo una tarea de investigación seria. Su diferencia no reside tanto en lo que “se ve” externamente, sino en lo que no se ve. Un viejo apotegma dice que “no todos lo que brilla es oro”, y esto es realmente válido para los simuladores.
Un cliente no debe dejarse deslumbrar por los “efectos especiales” que pueden ser mostrados en una demostración: sonidos y otros aspectos secundarios pueden ocultar los aspectos más importantes: la verdadera capacidad de llevar a cabo el trabajo que el cliente necesita. Esto debe hacerse por caminos de profesionalismo exigentes. Ello implica el software adecuado, además de un equipo multidisciplinario de profesionales que sepan cómo interpretar los resultados que el simulador entrega.
Le permite, virtualmente, mostrar una situación actual o una que podría presentarse en el futuro, de ciertos barcos operando en un cierto escenario, ambos previamente definidos. Esto debe realizarse con un nivel máximo de realismo, para poder llevar a cabo un análisis empírico detallado de su comportamiento, especialmente ante situaciones límites. Es en ese punto donde podemos extraer conclusiones fundamentadas sobre los aspectos técnicos y operacionales de un proyecto. Muchas veces es imposible realizar ciertas maniobras nuevas debido a los riesgos y altos costos envueltos en su realización. La simulación resuelve estos casos de manera eficiente y totalmente segura.
Como se dijo anteriormente, no todos los simuladores son lo mismo, ya que todos ellos no están diseñados para los mismos fines. El aspecto más importante que un cliente debe verificar, antes de decidir llevar a cabo una simulación, es determinar si el simulador está preparado para hacer el trabajo que se le exige.
Cuanto más sofisticado el simulador sea, más cerca se estará de emular la realidad. Pero esa sofisticación no debe ser subjetiva; por el contrario, es y debe ser muy objetiva, de modo que el cliente sepa exactamente cuál es el servicio que se le está siendo ofreciendo.
De la misma manera, como en otros ámbitos profesionales, hay reglas de certificación que garantizan lo que el simulador “puede hacer” o “no puede hacer”.
Fundamentalmente se debe asegurar que cumpla con las normas establecidas en el “STCW (Convenio Internacional sobre Normas de Formación, Titulación y Guardia para la Gente de Mar) con respecto a la simulación náutica.
La prestigiosa sociedad de clasificación, más reconocida internacionalmente, es la sociedad noruega “Det Norske Veritas” (DNV), que ha emitido el documento: “MARITIME SIMULATOR SYSTEM” Norma para Certificación Núm 2.14”, en octubre de 2007.
La DNV ha clasificado a los simuladores en las siguientes clases:
Esto parece una pregunta trivial, pero, realmente, no lo es. La capacidad para desarrollar sus propios escenarios y buques, permite al proveedor de estos servicios “personalizar” los deseos del cliente y modificarlos mientras la simulación se lleva a cabo, a partir de los resultados que se están obteniendo a lo largo de los ensayos.
En este sentido, el cliente debe evaluar la calidad y precisión de la simulación para no encontrarse luego con sorpresas desagradables, una vez que ha decidido llevar a cabo la simulación.
Han pasado muchos años desde que SIPSA se inició en la simulación marítima y fluvial y hoy puede exhibir una cartera de clientes que pueden dar fe de la calidad del servicio que se les proporciona. Cuenta con un equipo interdisciplinario de personal compuesto por: oficiales especializados en la simulación; prácticos; peritos navales; ingenieros navales; hidrógrafos, expertos en diseño gráfico marítimo, para hacer su trabajo con la máxima profesionalidad.
Tenga cuidado con el servicio que le puedan ofrecer. No se vea “deslumbrado”. Esté bien informado. Exija. No todos los simuladores en el mercado son lo mismo. No se compre un problema en lugar de una solución. Si, finalmente, no obtiene la calidad que usted está necesitando ¿Valió la pena? Piense y cuide de su dinero.